domingo, 15 de septiembre de 2013

Padres, hijos y sus cosas


Siempre he considerado que una de las cosas más importantes para el ser humano es observar. Y es por eso que tengo esa fijación en el comportamiento de las personas: gestos, palabras, lenguaje corporal, mensajes entre lineas, etcétera. Y, quizás, al no verme rodeado de muchas personas, pongo en práctica esa pasión con mi familia, sí, no voy a negarlo, si fuera otra persona quien me contara que hace ésto mismo con su familia, tendría una especie de pensamiento contrariado, no sabría si decir que está bien tomar como conejillos de india a sus seres queridos, o lo contrario... Pero, en fin, yo hago ésto y qué más da.

Después de aguzar mis sentidos en repetidas ocasiones, de ver las indirectas que suele dejar ir mi madre y de ese método -que, a decir verdad, suele darme resultados en un gran porcentaje de las veces que lo utilizo- de "mentira por verdad" que tiene por costumbre ocupar mi padre para obtener la respuesta que él ya sabe, puedo decir que los padres -por lo menos los míos- no se dan cuenta que en repetidas ocasiones manipulan a los hijos, y a veces -y quizás se me tome como una exageración, pero, para ser franco, no lo puedo ver de otra manera- hacen que uno se sienta en un cruce de caminos, del cual, dependiendo de la decisión que uno tome va a determinar si va a ser más o menos querido.

Yo no soy muy comunicativo, quizás comento lo necesario, lo que considero que mis padres deben saber y creo que todo hijo hace eso. No me gusta expresar lo que siento, por lo menos no con mis padres. No sé si es porque nunca salió de ellos un acercamiento, o quizás mi relación con ellos nunca fue tan estrecha, el punto es que recientemente ésta cuestión salió a flote con mi padre. Y, como era de esperarse, el bendito método hizo su acto de presencia... Pero ya está trillado, más que trillado. Y luego la frase: "deberías confiar en mi, yo soy tu amigo..." entonces, ¿contar o no contar? ¿Desembuchar y ser sermoneado o callar y de igual manera recibir el sermón?

El otro tema, es la religión. Padre católico, madre evangélica, quien no sabe lo que es tener éste problema le comunico que debería de estar agradecido con su deidad y vociferar cánticos y alabanzas al cielo por estar libre de semejante barbarie. Desde pequeño mi madre me llevaba a la iglesia evangélica, con ella. Los problemas con las iglesias de ésta denominación son varios y de cierto modo me he visto afectado por ellos. Al ser iglesias pequeñas, tienden a desintegrarse, y si no se desintegran, en su mayoría carecen de amor al prójimo y se dedican a contar rumores de sus "hermanos" -y hermanos entre comillas porque con hermanos así mejor no tenerlos- y ya no se sabe si en realidad un club social, una sala de chat o un punto de encuentro masoquista. El caso es que siempre he ido a donde mi madre me ha llevado. Estudié en un colegio católico y nunca me gustó. "¿Por qué, estudiando durante toda tu etapa de escolar en un colegio católico, por qué sos evangélico?" la eterna cuestión de mi padre, quien nunca me llevo a una misa y se cuestiona por qué soy evangélico, y mis eternas respuestas las cuales no considera como argumentos, es un tema para gastar saliva y nada más que para eso. "Vamos a ir a la iglesia ahora, ¿verdad?" si le contesto a mi madre con una negativa, ya se que lo que viene después: reproches y los incontables "mira lo que hago por vos, yo te hago la cena cuando venís de la universidad, mira que hago ésto y lo otro". "Entonces vas a ir el miércoles conmigo" dicho con un tono el cual no se sabe si es pregunta o afirmación, y no me doy cuenta sino hasta el propio día cuando recibo un "¿por qué no te has alistado?". A veces me cuesta comprender el amor de los padres, no puedo decir que está obstinada en que yo asista con ella, no puedo considerar como que me quiere perjudicar porque en realidad no lo quiere hacer, se que es por mi bien, pero ¡vamos! En cuántas ocasiones le he dicho que no me presione en éste aspecto. Uno como hijo suele tener pocas demandas -haciendo a un lado lo material, aclarando- y al ser pocas, uno desea que no sean ignoradas. Ellos como padres demandan de uno tantas cosas y desean que uno las acate al pie de la letra y si se te pasa por alto una, sólo una... ¡Arde troya!

Es esa delgada y dolorosa linea, en donde te sentís manipulado, en donde no sabes cómo comportarte o qué hacer porque al proceder de una forma, vas a obtener un resultado favorable, pero si tomas el otro camino, la reacción es adversa. Creo que muchas veces los padres olvidan que fueron hijos, en diferente tiempo pero lo fueron. Y a veces uno de hijo olvida que ser padre, aunque en apariencia y no en experiencia, es una cosa complicada. Quizás bastaría con que ambos lados hicieran conciencia y tomar las cosas desde otro ángulo.

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