Después de casi un año de ausencia, las raíces me han llamado. Es difícil suprimir los deseos de expresarme a través de las letras, sobretodo cuando uno decide leer un par de libros o se está leyendo alguno, más aún cuando alguien como yo, a quien le apasiona escribir, se ha mantenido fuera de combate, y no por razones que pesen, sino más bien por mera holgazanería.
Estoy en una batalla interna, con un poco de pena y con la cola entre las patas, porque a decir verdad considero que ustedes merecen una disculpa, ustedes que hacían un poco de tiempo para pasarse por este sitio virtual que alberga una parte de mi, merecen una disculpa por dejar de compartirles mis alegrías, en las cuales muchos de ustedes también reían a mi lado, también mis tristezas y mis momentos que no encajan en ninguna categoría... pero también me merezco una disculpa de mi para mi, por abandonar mis sueños, por no permitirme a mi mismo expresarme libremente y sobretodo, por no cumplir mis metas.
Hay quienes que sin saber juzgan y pasar experiencias similares hablan, como si la lengua tuviera vida propia y no pudieran controlarla. Dicen que tener un blog es sólo una pérdida de tiempo. A lo mejor si, pero no. La disciplina que se desarrolla, el hábito que va creciendo como llamas arrasando un bosque, eso... eso no es para nada perder el tiempo. Quiero seguir aquí, leyéndolos y escribiendo para mi y para ustedes.
Ésto solo comienza.